Una gran parte de la literatura erótica más excitante fue escrita por sus autores superados los cuarenta: Pauline Rèage tenía 48 cuando redactó “La historia de O”, Henry Miller debía andar por los 45 cuando “Opus Pistorum”, Vargas Llosa rondaría los 50 al escribir “Los cuadernos de don Rigoberto” y Colette andaba también por ahí a abordar “Cheri”.
En Erotómana se debate acerca de la erotomanía y la edad